La Navidad la pasé como casi todos, en familia pero pensando en Podemos. Me imaginaba por bajini cómo sería la próxima Nochebuena en España. Se pierde la palomita en los cuellos del chaqué y el que pueda se tendrá que colgar un estornino en la corbata. Predominio de las camisetas enguatá, pantalón baquero y coleta. Los pastores del Belén en mangas cortas y arrecíos. El angelito con los pies en el suelo, sin sobresalir de nadie, en este partido nadie es más que nadie. Podemos será como una cuadrilla de costaleros, su lema para la campaña electoral debería ser “To er mundo por iguá“.
Se pierde el tradicional serrín en el portal y a partir del gobierno de Pablo Iglesias, gravilla a la entrada. Nada de gambas, una quisquilla por plato y el salmón ahumado desaparece. Si queremos algún pescado ahumado, habrá que coger una mojarra de piera y echarle una calá de Fortuna por encima. El foigrás Apis será la estrella de la mesa. Para el despedir el año seis uvas por persona y en lugar de masticarlas chuparlas como una piruleta del Moi.
El Rey tendrá una segunda oportunidad, lo volveremos a ver en su segundo discurso. Un discurso que por lo visto todo el mundo ve menos yo. Cada año que su majestad está hablando me cuadra que la parienta está poniendo el hule en la mesa y el pico de hule me tapa medio plasma, porque es de cuello alto, a la vez se cuela la vecina ¡que nunca sube! a felicitar a todo el mundo, al mismo tiempo llega la niña con el novio que ha estado de imaginaria en Pakistán. Al niño se le antoja probar el Scalextrix que le trajo papa Noel que es la carretera de los Barrios, siete curvas con peaje y to. La abuela tosiendo y el abuelo mirando en el teletexto la primitiva. Vamos que si ustedes supieran la de gente republicana que hay sin querer, no se lo creen. He dicho.
Feliz Año nuevo a todos.
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