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Siempre me llamó la atención la valentía de muchos cuarteteros al enfrentarte a un público distinto como es el
aficionado de carnaval en plena ebullición. O sea, repleto de alcohol de la barra.
El cuarteto es donde uno se hace más visto y a la vez protagonista. En otras modalidades, por ejemplo el
coro, hay madres que aún le cuesta trabajo ver al hijo desde butacas. Entre los tipos tan laboriosos que
sacan, las de cuerdas que tienen y lo feo que son muchos aunque se lleven maquillándose doce horas. Usted
debe de comprender que para cualquier persona, aunque sea un familiar cercano, desde Gallinero y con la luz
media apagá no tenga cohones de ver su hijo mascando letras o cantando, que también los hay.
El penúltimo palo que ha recibido esta modalidad, ha sido la exclusión de los corre calles de coplas que se
celebran en el baluarte de candelaria, para aficionados de fuera porque de Cadi Cadi va poca gente. Al
parecer y
no es segurola
asociación de autores ha decidido (según cuentan) que un cuarteto no debe de
cobrar lo mismo que por ejemplo un coro. El coro son muchos (no hace falta contarlos, se ve desde lejos y
cantan apilados, pero en orden militar). Es injusto completamente. Es como si Pulpón, el famoso
representante, le dijese a Peret que tiene que cobrar menos porque en Mocedades son más y la que está medio
necesita triple dieta de lo que tragaba esa muchacha. Una cosa horrorosa que nada más que ocurre en Cadiz.
Cobrar más no por la calidad, sino por el espacio que ocupa en el tablao. Un IBI pero al tres por cuatro,
podríamos denominar.
Llevo diciendo años que los cuartetos están menospreciados. El cuartetero, quieran o no, reza de chufla para
el resto de modalidades. Aunque te lo adornen con esa frase que dice “qué arte tienes”. O cuidado con esta:
“Que sepas que te quiero tela”. Cuando te digan esto último en Cádiz, échate a temblar, no hay barniz en
el mundo que cubra tal falsedad.
Y a la vista está, ¿cuántos palos lleva recibido la modalidad y cuántos comparsistas, coristas o chirigoteros os apoyan? Ni uno. Se limitan a decir de boca pa fuera lo de siempre: “El cuarteto está claro que es lo más difícil de hacer, hacer reír es lo más complicado”. Y yo corroboro lo anterior y añado que lo que es complicado es vivir del carnaval sin querer doblarla. Eso sí que es difícil, picha, y a costa de los demás.
En un carnaval donde las agrupaciones son en su mayoría empresas y que a la vez se están cargando la sencillez con la que se iba antes a cantar al Falla.
El cuarteto fue utilizado muchos años para tapar fracasos de comparsas y de chirigotas. Cuando se
inventaron los desiertos en los primeros premios, para satisfacer a los niños bonitos del concurso.
O sea, coros comparsas y chirigotas.
El cuarteto tiene la mayor arma con la que hacer daño: el humor mezclado con crítica ácida. Sin miedo a que te quiten nada, porque ya todo se lo han quitado. Ridiculizar a la asociación de autores en el escenario y que los propios miembros de dicha asociación se rían, pero que por dentro se estén acordando de tu puñetera madre. Pero eso en el interior es lo que nos gusta y seguro que tendríais el apoyo del aficionado, porque este no engaña a nadie ni entiende de dinero, ni empresas, solo de originalidad.
Un dato, aunque levante ampollas y las críticas lluevan a mares, el año que viene al abrir cortinas
se ve a un grupo de la asociación de autores tirando céntimos y euros en el
escenario y los cuarteteros agachado cogiéndolos de rodillas, mientras que
coristas, comparsistas y chirigoteros ríen y beben como hicieron los malnacidos
ingleses en esta Eurocopa con los niños rumanos. Ya veréis, como sólo se habla
de esto en esa función.
Como espero que se hable de esta columna, aunque me digan que arte tienes,
pero por dentro se esté acordando de mis muertos. Todo mi apoyo a todos los
cuarteteros. He dicho.
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